Un viaje supone siempre nuevos desafíos, experiencias enriquecedoras y la consolidación de objetivos. Así lo entienden, lo viven y disfrutan los jugadores de la Selección Ecuatoriana de Fútbol.
Había que estar allí para entender esa sinergia mágica entre los protagonistas de la cancha y los de las gradas. Eran 11 los que jugaban, pero eran otros nueve mil los que desde afuera hacían fuerzas para que la bendita pelota entrara.